Algo hay en las instalaciones de Bernardí Roig (1965) que estremece: quizás su sangre fría (¡literalmente!) para enfrentarnos a la soledad del ser contemporáneo.
Algo hay también de escalofriante en la luz y los tonos que utiliza, porque remite a ciertos rincones de la ciudad y de la casa-habitación donde no-sucede-nada. Las obras de esta muestra forman parte de una exposición titulada El baño de Diana en la Galería Max Estrella en 2005.
Gracias a Kore por el tip.
H O R M I G A S 